2 de febrero. Fue un viernes. Ya al mediodía, la autoridad cerraba el paso por la ruta que une la zona costera y Santiago, por un incendio en Placilla.
El fuego cobró vida propia, se descontroló, y en pocas horas llegó a zonas habitadas, incluso al otro lado de la carretera por la que se llega desde nuestro valle a Viña del Mar.
Y en ese infierno, los Rojas Véliz, una familia de Quebrada Herrera que residía en el Olivar, huía en su auto a eso de las 6 de la tarde. Iban Ingrid, sus tres hijos y su madre, Inelia.
Hasta que no pudieron avanzar más y dejaron botado el auto. Ingrid y sus hijos más chicos fueron para un lado. Inelia y la Trini para otro. Había humo y llamas por todos lados. Le perdieron el rastro. Horas más tarde las encontraron, pero fallecidas, como lo cuenta la propia Ingrid, la hija de Inelia y mamá de Trinidad.
Inelia y Trinidad fueron las primeras víctimas identificadas de esta catástrofe. Jorge López, dueño de Funerales López, hizo hasta lo imposible para que los cuerpos de ambas fueron entregados con prontitud, para poder darles cristiana sepultura. Muchas familias aún no han podido hacerlo.
Ingrid asume el dolor. Le cuesta salir de la pena, y se entiende. Todo fue sorpresivo y doloroso.
Si usted quiere apoyar a la familia Rojas Véliz, acompáñelos este sábado, desde las 3 de la tarde, en el Salón del Santuario de Santa Filomena. Necesitan recuperar lo perdido. Al mismo tiempo, recibir cariño. Mucho cariño.
La vida les puso una prueba brutal. Pero ahí siguen. Sin adaptarse a una nueva realidad, sufriendo y sin querer volver a Viña.
Los Rojas Véliz siguen adelante. Con pena y dolor, pero como gente de esfuerzo que son, avanzan. Y continúan avanzando.
