Vuele alto Don Mono Gálvez

Gálvez ganándole un balón por alto a Tito Fouillioux

Era un tipo discreto, no fanfarroneaba; pero al mismo tiempo, generoso, apoyador, un padre futbolístico. Un hombre bueno, atípico en el mundo del balompié.

Salvador Gálvez Ramos llegó en 1961 a San Felipe y nunca más se fue. La capital del Valle de Aconcagua fue su lugar en el mundo. Incluso desde que se alejó del fútbol y se dedicó a emprender junto a su familia, guiado por un distinguido olfato comercial.

Desde muy joven, en el Liceo Valentín Letelier, debió competir. Sus enormes cualidades para el puesto de arquero lo llevaron a ser titular en el Sudamericano Juvenil de Caracas 1954, donde fue elegido el mejor del torneo.

Estuvo en la U, luego emigró a San Bernardo Central. Y al no llegar a acuerdo con Green Cross, se vino a San Felipe.

Bautizado Mono de niño, Gálvez jugó en el Uní Uní desde 1961 hasta 1973, con un intervalo en Santiago Wanderers el año 70. Acá dio la vuelta olímpica el 71 con “Los Humildes”, y dos años después salvó al equipo del descenso, en un doble rol de futbolista activo y entrenador.

Así lo recuerda el entrañable Hernán González Figari, el famoso “Pequeño”.

En su puesto, admiraba al hispano Hernán Nano Fernández, más que al mismísimo Sergio Livingstone. Del que más aprendió, aseguró, fue del azul Mario Ibáñez.

“Me gustaban su seriedad, ubicación, achique. Yo tenía el arco en mis cromosomas, por ejemplo, era muy difícil que un delantero me eludiera en el dribbling, porque me arrojaba con la mitad del cuerpo hacia su lado más hábil, y si él enganchaba la pelota, yo rechazaba con los pies. Eso lo saqué del barrio”, le decía en una entrevista al periodista Luis Urrutia O’Nell, publicada en La Tercera en diciembre de 2016.

Salvador Gálvez fue vital en la formación de una buena cantidad de arqueros en Unión San Felipe. Uno de ellos, Mauricio Sepúlveda, el querido Catuta, aprovecha la despedida para agradecerle.

El Mono Gálvez quedó para siempre en la historia del fútbol chileno, por una jornada memorable que protagonizó en junio de 1963 en la cancha del Municipal de avenida Maipú

Atajó tres penales en el primer tiempo del partido contra San Luis. A los 6′ a Hernán Zamora, en los 38′ a Aurelio Valenzuela, y a los 39′ a Sergio Velasco. En el segundo tiempo, Unión San Felipe goleó 4-0.

Un grande en el amplio sentido de la palabra.

Tras su partida, Salvador Gálvez se convierte en leyenda del Uní Uní.

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