Gracias Palmenia

Palmenia Pizarro González salió muy joven desde San Felipe al mundo. Y le ganó a todo. Superó cada adversidad que le puso la vida, de la mano de la música y a pie firme.

Interpretó el vals peruano mejor que los del Rímac y cantó boleros mejor que los cubanos. Su calidad vocal le permitió recorrer el mundo. Se instaló en México durante 24 años, donde se transformó en figura reconocida, querida, pero por sobre todas las cosas, respetada.

Volvió el 97 a Chile y rejuveneció de la mano de las nuevas generaciones que la idolatraron. Participó en programas de televisión, apadrinó cantantes y cumplió 40 años de carrera en el Festival de Viña. La Quinta Vergara coreó Cariño Malo, Ajeno y cada una de sus recordadas interpretaciones. El público la reconoció con la entrega de las gaviotas de plata y de oro.

Este país, su país, el que estuvo a punto de darle el Pago de Chile, terminó por rendirse a los pies de Palmenia. Y la distinguió con todos los honores. Con máximos honores.

62 años después de grabar su primer disco, Palmenia volvió donde todo comenzó: a su natal San Felipe. Este martes, en el Salón que lleva su nombre en el Restaurant La Ruca; acompañada por sus hermanos, su hija Myriam, su compañero Andrés, nietos y bisnietos, autoridades y un largo etcétera, decidió poner punto final a una carrera musical brillante.

De vuelta en Chile, lo conquistó todo. La Asociación de Periodistas de Espectáculos la premió como “Mejor Intérprete” en 1999 y 2000. Un año después, fue ungida con el recién creado Premio Presidente de la República de la Música Nacional de Chile

Y en San Felipe, el Festival que lleva su nombre, recordará por siempre a su Hija Ilustre más Ilustre.

Dueña de un registro vocal único e inimitable, de una memoria prodigiosa, de un agudo sentido del humor, de decir las cosas como son, sin adornos, y sin importar consecuencias, Palmenia Pizarro decidió poner punto final a su vida artística, en plena vigencia.

Y eso enaltece aún más su figura.

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