Fernando Gonzalo Tapia Contreras era joven, intenso y comprometido. Había logrado revitalizar al Club Aéreo Víctor Lafón y revincularlo con la comunidad. Distintos municipios lo habían distinguido por darle mayor brillo a sus desfiles de aniversario, con el paso de aviones por los cielos de Aconcagua.
Era un tipo seguro y que transmitía seguridad; piloto privado e instructor, desde muy joven se especializó en vuelos acrobáticos, lo que le permitió demostrar su capacidad en la FIDAE.
Hace 15 años fue protagonista de un hecho impactante: logró aterrizar una avioneta que perdió la hélice en pleno vuelo. En todo momento, transmitió tranquilidad a los atribulados pasajeros, y les dio la certeza de que iban a terminar el vuelo vivos, y sin novedad. Y así fue.
Pero este miércoles, algo falló. De nada sirvió la experiencia y los nervios de acero de Fernando, para salvar su propia vida.
Un rato antes, había subido a sus redes sociales que estaba reparando su cessna. Y que salía a volar. A eso de las 7 de la tarde, quienes circulaban por el exterior lograron advertir que un avión emitía un humo oscuro e intenso, mientras carreteaba por la pista.
Testigos del accidente señalan que la aeronave cayó violentamente; que se sintió algo parecido a una explosión, y que al tocar tierra se incendió de inmediato. Quienes estuvieron en el lugar señalan que existían evidencias de que había activado el paracaídas, pero no logró despegarse de la nave.
Todo esto será investigado por la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), que establecerá científicamente lo que ocurrió, y que provocó la muerte del Presidente del Club Aéreo de San Felipe.
Fernando Gonzalo Tapia Contreras, el que se crió entre la Corvi y El Señorial, el tipo alegre que compraba y vendía autos y motos cuando era un niño. El mismo que decía que había que trabajar mucho para tener cosas y una mejor calidad de vida; el buen papá, está siendo velado en las dependencias de su querido club.
Este viernes feriado se realizará su funeral desde las 15.30 horas en la Catedral de San Felipe.
Fernando Tapia se va a lo grande. Murió haciendo lo que amaba: volar. Y se fue como una persona reconocida y querida. Un hombre que vivió la vida intensamente y que contagió a Aconcagua con su pasión: volar y ser libre.
Se nos va un buen tipo.
Que descanses en paz, Fernando.
 
				 
		