Desde 1911, la historia de Los Andes y de la Congregación de los Hermanos Maristas ha ido de la mano.
Por muchos años representó la excelencia educativa en el Valle de Aconcagua, pero de la mano de una disciplina férrea, impensada para estos tiempos.
Y abusos. Si claro, hubo abusos, pues la historia Marista en Los Andes también registra episodios oscuros que dejaron huellas imborrables en más de uno.
Al mismo tiempo, era un ejemplo de transversalidad, donde compartían sala el hijo del obrero, del trabajador, del profesional, del comerciante, del minero, del empresario agrícola. Y de las diez comunas de Aconcagua.
En 2001, al cumplir 90 años, el Instituto Chacabuco recibió por primera vez a mujeres dentro de su alumnado. Y de eso, ya han pasado 22 años.
Pero hoy los tiempos son otros. El estallido social y la pandemia generaron enormes dificultades económicas en muchos ámbitos.
Debimos apelar a los retiros de los fondos de pensiones y a otros para “sobrevivir”. Se empezó a convivir con la morosidad, y con menores ingresos, en un peligroso efecto dominó. Muy pocos se salvaron.
En el caso del Instituto Chacabuco, los trabajadores sindicalizados aseguran que se sacrificaron por el colegio en estos años. Pero que no se les pagó con la misma moneda. La dirigenta Claudia López acusa que no han respetado fallos judiciales y laborales.
Para este jueves 28, la rectora Jéssica Torres Clark convocó a Padres, madres y apoderados a una Asamblea de carácter “imperativo”. En la citación señala que “la negociación sindical podría llevar a la insolvencia al Instituto y cerrar sus puertas definitivamente”.
Será el fin de la historia o un nuevo comienzo?